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La confirmación es un sacramento que administra la Iglesia católica (también celebrado en otras Iglesias cristianas). Está considerado como uno de los sacramentos de iniciación cristiana (junto al bautismo y la eucaristía), sacramento por el que las personas bautizadas se integran de forma plena como miembros de la comunidad. En la Iglesia antigua, el rito se administraba de forma sacramental e inmediata después del bautismo y esta sigue siendo la costumbre en la Iglesia ortodoxa. En la Iglesia católica a partir de 1600 hasta el siglo XX, a partir del Concilio Vaticano II se delega más allá, hasta la primera adolescencia. En efecto, por razones de índole pastoral y como forma de preparar mejor a los confirmandos en el umbral de la adolescencia, la Iglesia católica suele retrasar la administración de la confirmación a un momento tal que puede ser precedido por la primera eucaristía. La Iglesia anglicana no señala una edad específica, pero el rito es administrado de un modo general entre los 11 y los 15 años.
Por su parte, Martín Lutero manifestó no haber encontrado bases bíblicas suficientes que probaran la institución de la confirmación como sacramento.[1] En línea con lo anterior, los protestantes no reconocen la sacramentalidad de la confirmación como rito diferente del bautismo: según ellos, el don del Espíritu Santo se confiere plenamente en el bautismo.[2]
En la Iglesia católica, la confirmación se efectúa mediante la imposición de manos sobre todos los confirmandos, y la unción con óleos sagrados (crismación).[3] En latín se denominó consignatio al signo de la cruz realizado por el obispo sobre la frente del confirmando.[4] Hasta el siglo V, la consignatio era distinta de la crismación (unción con el óleo sagrado), luego se unificó en un rito único. La ceremonia se realiza por un obispo o, en su caso, un sacerdote autorizado. Este sacramento significa para el católico hacer su fe y continuar con ella, este incentiva a la formación cristiana permanente y a la catequesis de adultos donde Dios los elige como sus hijos. A los bautizados, el sacramento de la Confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo.
En la Iglesia anglicana solo los obispos administran el sacramento. En las iglesias luteranas y ortodoxas, el rito lo realizan de forma habitual los pastores y los sacerdotes. En Oriente la imposición de manos desapareció rápidamente y se considera la crismación como el elemento esencial de la confirmación.[3]
La imposición de manos es un rito ya consagrado en la Iglesia ortodoxa. Se denomina crismación, es decir unción con el crisma.